Los cereales, las especias, las carnes y las frutas y verduras frescas a menudo comienzan su travesía a través del océano, transportadas en inmensos buques comerciales. Pero ahora que la industria del transporte marítimo está iniciando su camino hacia la descarbonización, ¿qué implicaciones tiene esto para los alimentos y sus precios? La buena noticia es que, gracias a la introducción de un precio universal para emisiones de GEI (levy), los ingresos previsibles ayudarán a compensar los impactos negativos que puede tener una estrategia costosa de descarbonización en los precios del flete y de los alimentos, especialmente para los países que dependen de las importaciones. Se haría de la siguiente forma:
Garantizando unos costes de flete y un precio de los alimentos predecible: Al fijar un precio claro y predecible por contaminar, los gobiernos y la industria pueden realizar sus planificaciones por anticipado. A diferencia de los mecanismos de comercio de créditos, que dan lugar a una volatilidad en los precios que resulta en costes de flete más elevados, un levy reduce la incertidumbre sobre los precios de los alimentos. Según la evaluación de impacto de la propia OMI (estudio de UNCTAD), en los escenarios sin levy los precios de importación de alimentos se podrían incrementar un 10% en ciertas economías. La introducción de un levy firme evitará la extrema variación de costes y asegurará que las familias puedan cubrir sus necesidades alimentarias básicas.
Mediante el apoyo selectivo a economías vulnerables: Para los países en desarrollo, especialmente los Países Menos Desarrollados (PMD) y los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) que suelen depender de alimentos importados a causa de su situación geográfica, esto puede constituir un salvavidas para muchas comunidades. Un levy bien diseñado asegurará que dichos países, que a menudo se ven obligados a pagar unos costes de importación más elevados debido a su distancia de los grandes centros neurálgicos del comercio, se beneficien de los ingresos recaudados. La evaluación de impacto de la OMI muestra incluso que la redistribución de los fondos del levy a esos países vulnerables puede incrementar su volumen de importaciones, fortaleciendo la seguridad alimentaria en tiempos de inestabilidad climática.
Evitando trastornos en las cadenas de suministro de alimentos: La seguridad alimentaria depende de unas cadenas de suministro sólidas. La introducción de un mecanismo de comercio de créditos puede dar lugar al desabastecimiento o al retraso de los cargamentos, dado que sume a las cadenas de suministro en el caos de la fluctuación de los costes de cumplimiento. Por su parte, un levy mantiene en cambio la uniformidad de las cadenas de suministro de alimentos. Los fondos se pueden dedicar a mejoras en infraestructuras, obras de actualización en puertos y resiliencia de las cadenas de suministro, y eso al mismo tiempo que el transporte marítimo se descarboniza.
Financiando una transición justa y equitativa: El principal desafío de la transición hacia la descarbonización es garantizar que los países de renta baja tengan un acceso igualitario a combustibles no contaminantes, y para ello es fundamental contar con apoyo económico. La evaluación de impacto de la OMI estima que se requieren unos 50.000 millones de dólares en subvenciones y préstamos en condiciones favorables para ayudar a dichos países a acceder a combustibles verdes y modernizar su industria de transporte marítimo. Los ingresos recaudados a través de un levy ambicioso se pueden usar para apoyar dichas inversiones. Si no se llevan a cabo tales iniciativas, solo los países ricos
tendrán capacidad para adoptar combustibles no contaminantes, y los países en desarrollo quedarían rezagados.
Evitando demoras excesivas: Los atajos recortando costes y las soluciones cortoplacistas pueden tener efectos desastrosos a largo plazo. Si no se financian los electrocombustibles ahora, el transporte marítimo se arriesga a quedar atrapado en “soluciones” —o, más bien, apaños— insuficientes y nocivos, como el GNL derivado de fuentes fósiles y los biocombustibles, que lo único que harán será requerir costosos ajustes más adelante. La evaluación de impacto de la OMI muestra que los ingresos recaudados por el levy se deberían invertir en electrocombustibles renovables, de modo que la transición se efectúe según lo programado y sea asequible a largo plazo.
Conclusión: la brújula financiera que necesitamos: Implantar un precio universal para emisiones de GEI (levy) ambicioso no solo consiste en reducir las emisiones de GEI, sino también en proteger a las comunidades y asegurar la equidad. Los ingresos estables que aporta pueden destinarse a apoyar a quienes más lo necesitan y evitar la volatilidad de los precios de los alimentos. Un levy que sirva como brújula financiera para mantener estables los precios y las cadenas de suministro de los alimentos, al tiempo que se armoniza con los objetivos de descarbonización, llevará al transporte marítimo a un futuro más limpio y más justo.
Posted on: 3 April 2025